lunes, 15 de septiembre de 2014

En pie.

Si me lo pides, me atrevo. Y si me atrevo es porque me lo estás pidiendo.
Un ciclo que compartimos y del que no queremos salir si no fuera por los constantes riesgos que asumimos que no me dan ni miedo ni vértigo.

Ningun miedo al olvido. No hay prueba más fiable que la distancia para que alguien desaparezca, se esfume. Nada de vértigo a las subidas y bajadas, nada de eso porque cualquiera se cansa pronto de la monotonía. Sí me da rabia, me da rabia la lejanía que no la distancia. Y nostalgia en los sitios, las canciones y las fotos.
Seguimos descubriendo mundo y cruzando límites pero no mantenemos lo que debemos, por eso mi meta es quedarme de pie y resistir al vértigo y las espantadas.
De pie y queriendo tocar el cielo con la cabeza, los pies plantados en el suelo y mi corazón preparado para no desaprovechar los momentos.

Por eso si me los pides, me atrevo. Y me atrevo a no medir y sentir, sin ver y confiando en ti.

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