Que tenías dos discursos y ninguno tenía una frase con sentido.
Que ni las miradas ni las sonrisas fueron sinceras.
Que buscabas burlarte de todos y encontraste soledad.
Que pensabas tener el poder y solo tenías palabras.
Que quisiste olvidar y conseguiste ser olvidado.
Que te creías invencible y que pronto descubriste ser un perdedor.
Que contabas increíbles mentiras y conseguías anestesiarme. Tu palabrería, tu maravillosa manera de llevarme al lugar donde eras el rey, tu maldita costumbre de llevarme y no enseñarme el camino de vuelta.
Por eso a ti. A ti que ni por asomo eras el adecuado. Que no pudiste conseguirme y que te vas sin saber que no tienes permiso para volver.
No contaste con que estás anclado a un mundo sin oxígeno en el que no querrá vivir nadie. No cuentas con que si no disfrutas del ahora, no podrás tener un después.