martes, 22 de julio de 2014

A ti.

Que tenías dos discursos y ninguno tenía una frase con sentido.
Que ni las miradas ni las sonrisas fueron sinceras.
Que buscabas burlarte de todos y encontraste soledad.
Que pensabas tener el poder y solo tenías palabras.
Que quisiste olvidar y conseguiste ser olvidado.
Que te creías invencible y que pronto descubriste ser un perdedor.
Que contabas increíbles mentiras y conseguías anestesiarme. Tu palabrería, tu maravillosa manera de llevarme al lugar donde eras el rey, tu maldita costumbre de llevarme y no enseñarme el camino de vuelta.

Por eso a ti. A ti que ni por asomo eras el adecuado. Que no pudiste conseguirme y que te vas sin saber que no tienes permiso para volver.

No contaste con que estás anclado a un mundo sin oxígeno en el que no querrá vivir nadie. No cuentas con que si no disfrutas del ahora, no podrás tener un después.

sábado, 19 de julio de 2014

Solo para muy adultos.

La inmadurez no nos permitió verlo. No nos dejó ver que el tiempo que pasábamos juntos se convertiría en echarnos de menos cuando no estuviéramos ahí. Ni eso ni que tendríamos la necesidad de dejar de echar de menos.

Muy niños en los juegos y las cosquillas, en los bailes y las despedidas. Inocentes en cada detalle y en cada broma pesada. Incapaces de mediar con los sentimientos. Inútiles cuando se trataba de dejarnos huella porque no tiene sentido no verlo y taparlo, taparlo y no reconocerlo.

Era para adultos tocar en sitios prohibidos, las noches que tuvimos. Solo para adultos besar apasionadamente.
Y qué increíblemente bien supimos hacer ésto y qué nefastos manejándonos.

Actuaríamos así porque debíamos suponer que no sería eterno y, por eso, quisimos hacerlo intenso.

lunes, 14 de julio de 2014

Ultimando.

Me entregué a ti sin esperar tenerte. Me dejé venir en el peor momento.
El orgullo y nuestra poca insistencia han hecho de lo nuestro una bolsa de aire. Eso somos, nuestros cuerpos los recipientes y en el interior aire. Debiendo estar repletos de todos los símbolos del amor y solo hay aire. Un aire frío y pegajoso que no se calma ni con el mejor sol de julio.

Te notaba cerca de mi. Te dejaba actuar, te dejaba ser el protagonista.
Demasiadas ganas de seguir y todas acabaron en saco roto. Un saco con un enorme agujero negro por donde las ilusiones se fueron, por donde se nos escapó lo mejor de cada uno.
Te quise sin medir el peligro que eso conllevaba y me puse al lado de un precipicio a contemplar los increíbles paisajes. Normal que me relajara viendo tan enormes cielos y normal que, esperando a que llegaras a verlos conmigo, perdiera el equilibrio. Tropezarme con una piedra habría sido lo menos doloroso.
Perder el equilibrio porque me fallaran las fuerzas esperándote me dejó en la situación más difícil de todas, entre la caída y la resurrección.
Me quisiste queriendo y me diste lo mejor de ti. Me regalaste sonrisas y me premiaste con auténticos besos.

Pero qué poco queríamos avanzar si en cada velada veíamos el final.