sábado, 19 de julio de 2014

Solo para muy adultos.

La inmadurez no nos permitió verlo. No nos dejó ver que el tiempo que pasábamos juntos se convertiría en echarnos de menos cuando no estuviéramos ahí. Ni eso ni que tendríamos la necesidad de dejar de echar de menos.

Muy niños en los juegos y las cosquillas, en los bailes y las despedidas. Inocentes en cada detalle y en cada broma pesada. Incapaces de mediar con los sentimientos. Inútiles cuando se trataba de dejarnos huella porque no tiene sentido no verlo y taparlo, taparlo y no reconocerlo.

Era para adultos tocar en sitios prohibidos, las noches que tuvimos. Solo para adultos besar apasionadamente.
Y qué increíblemente bien supimos hacer ésto y qué nefastos manejándonos.

Actuaríamos así porque debíamos suponer que no sería eterno y, por eso, quisimos hacerlo intenso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario