Más de 1200 kilómetros nos van a separar y tienes que dejar de gritarme. No supimos aprovechar los pocos centímetros que nos separaban cada vez que nos disfrutábamos para no gritar, para que las palabras fueran el mejor recuerdo que nos quedara. Si eso no nos bastó, no me sigas pidiendo desde tan lejos. No lo hagas si no quieres que no pueda seguir con el pacto.
No sabemos ser amantes en la cercanía y nos pedimos en silencio y a distancia serlo. Qué poca cabeza tenemos y cuántas ganas de comernos.
Volviste a dejarme sin palabras pero con una sonrisa interminable. Tuvimos ratos que tendría que olvidar pero que solo puedo guardar como los mejores. Fotos imborrables. Manías intocables. Y besos que te debería comprar ahora que aún no te has ido.
Tuvimos miradas distintas. Y una sonrisa inconfundible, la sonrisa que descubre sentimientos. Supimos mantenerla en contadas ocasiones y eso era lo divertido. Después volvíamos a mirar diferente y a sonreír como todo el mundo sabe.
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